La conversación con la enérgica policía me dejó de lo más tranquilo, los que creía que me perseguían para acabar conmigo eran policías de paisano que me vigilaban.

-“Soy lo suficientemente valioso para ellos como para que cuiden de mí, supongo que esperan que recupere la memoria y les aclare el misterio”- al pensar en ello no puedo evitar que un sonrisa aparezca en mi rostro.

Conseguí que Lidia -mi policía favorita- me prestase atención en lo referente a la línea de investigación que estaba siguiendo. Le rogué con insistencia reunirme con ella, mi trabajo me costó, al final conseguí mi propósito.

A la mañana siguiente decido coger el autobús y evitarme líos de aparcamiento. Soy puntual es la hora acordada, la espero en la puerta del Gran Café. Ella también es puntual, eso me gusta, – “otro punto más para la atractiva policía” – pienso. Veo como se acerca por la acera de enfrente, parece que sonríe al verme. Me siento como el típico jovenzuelo  atontolinado y enamorado que espera a su novia con ansiedad, me rio de mí mismo al verme de esa manera.

La guapa policía de estilizada figura que tanto me gusta se va acercando con el paso firme. De repente veo como cambia su sonrisa por un gesto serio y de preocupación, me hace señales con la mano pero no entiendo que ocurre.

Escucho un silbido que pasa muy cerca y unos cristales que se rompen tras de mí, son los de la cafetería – ¿Alguien me dispara?- Mi instinto hace que me tire al suelo.Casi acabo debajo de unos de los vehículos estacionados delante del café. Oigo más disparos, pero esta vez sí suenan muy fuerte.

Me incorporo, y agachado puedo ver desde las ventanas del coche que me sirve de refugio que es Lidia que repele la agresión. Alguien me dispara desde un autómovil que pasa muy cerca, debe ser una pistola con silenciador. Mis piernas temblorosas apenas me sujetan.

Oigo como se aleja el vehículo desde el que me disparan. No esperaban que mi guapa policía viniese a mi rescate, eso debió asustarles y hacerles huir a toda prisa.  Veo a gente con cara de pánico corriendo por la calle y oigo gritos. No parece que haya nadie herido.

-¿Estás bien Diego?-. Lidia viene corriendo hacia mí, se agacha para preguntarme – tranquilo ya pasó, no temas- añade con la esperanza de tranquilizarme, mientras me incorporo del todo y me voy quitando el enorme susto que todavía tengo en mi cuerpo.

-Mejor será que dejemos el café para otro momento, vamos a comisaría, allí te sentirás más protegido – me dice sonriendo, me sujeta de los brazos y me mira con cierta ternura, gesto que le agradezco después de los momentos de pánico que acabo de experimentar.

Me conduce a comisaría en su coche, sabe que allí me sentiré más tranquilo. Acabamos en su despacho a puerta cerrada.

-Ya no me queda ninguna duda de que me quieren muerto, y no sé el por qué, pero después de mi episodio en la cárcel y lo que ha ocurrido hace muy poco, creo que está bien claro – le digo a Garmendia muy alterado.

-Te vamos a buscar un lugar donde pasar los próximos días, tu casa ahora mismo no es un lugar seguro. Estarás bajo protección policial las 24 horas no te preocupes Diego, de eso me encargo personalmente – me dice la policía que ahora se había convertido también en mi ángel de la guarda. 

-Qué hay del personaje de bigote, ese que le susurra al oído a Emma- sigo obsesionado con el extraño con pinta de extranjero.- Tengo una corazonada, si llegamos hasta él seguro que encontramos algo en claro – hablo atropelladamente cabizbajo, sin mirar a la cara de Lidia, -“seguro que no me toma en serio”- pienso al acabar mi argumento.

-Diego, estamos analizando todos los posibles caminos, más tratándose un caso tan extraño como es este. Déjanos trabajar, sabemos lo que hacemos, deberías confiar más en la labor policial – me dice sonriendo de nuevo, cada vez me siento más cercano a ella, me fijo en sus manos no veo ningún anillo. Yo la miro frunciendo el ceño.

-¿Hay algún marido o algo parecido en tu vida? ¿O es difícil compaginar el trabajo de policía con el de la vida en pareja?- Justo al soltarlo me arrepiento de haberlo hecho.

-Emma era una mujer muy influyente y muy bien relacionada en las altas esferas, se movía con soltura por los pasillos de la política y las grandes empresas- Me dice mientras abre una carpeta que saca de unos de los cajones de su mesa. Los otros investigados, tus compañeros de mesa y mantel invitados por Emma, no nos han aportado gran cosa, nada que comprometiese su seguridad, ningún asunto turbio – continua hablando mi ángel con aspecto de policía, mientras manosea los documentos de la carpeta que tiene entre manos.

-¿Y yo qué coño tengo que ver en toda esta mierda? Me gustaría que supiésemos algo más -digo de nuevo muy alterado y angustiado. Me acaricio la cabeza y toco la herida que todavía la noto, parece que palpita al ponerme nervioso.

-Eso es lo qué queremos averiguar entre otras cosas Diego, yo soy la primera interesada en resolver este difícil caso, no te quepa la menor duda. – Permanece ante mis ojos muy seria, convencida de lo que dice, lo veo en su rostro, la creo… Me entran ganas de besarla. La atracción y admiración que siento por ella a cada minuto que transcurre hace que circulen en mi cabeza esos pensamientos.

-Permanece aquí, como te comenté vendrán unos compañeros a escoltarte y te llevarán a un lugar seguro para que descanses, habrá policías de guardia todo el tiempo, no te preocupes estarás seguro – me dice al levantarse de su sillón de piel negra algo gastada con amplio respaldo.

Justo abandona su despacho, en la puerta, se da la vuelta y me dice: No, no tengo marido ni nada que se le parezca.


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