-¡Ya estoy harta de huir! – Grita Alicia justo después de asomarse por la ventana de la pensión en la que nos encontrábamos, creyéndonos a salvo.

Yo me asomo por la otra ventana de la habitación, y veo como vienen a toda prisa andando por la estrecha callejuela del centro de la ciudad hacia la puerta del edificio, cuatro sabuesos trajeados con gafas oscuras.

Alicia sale por la puerta y los espera en las escaleras, parece una valiente torera esperando la embestida del toro bravo que viene hacia ella.

-¿Pero qué haces? – le pregunto asustado – escondámonos en otra habitación, seguro que habrá alguna vacía, prefiero tirar abajo la puerta – es lo único que se me ocurre, pero ella está decidida a no moverse de allí, yo no sé qué hacer y espero para contemplar lo inevitable.

Los dos primeros trajeaos suben a toda prisa por las viejas escaleras del edificio, sacan sus armas y comienzan a disparar con sus pistolas silenciadas, yo me tiro al suelo en un rápido movimiento inconsciente. Oigo unos espantosos gritos. Alzo un poco la vista y veo escaleras abajo lo que parecen dos cuerpos calcinados. Sigo oyendo silbidos, disparos que proceden de abajo.

No veo a Alicia debe haber bajado, ya no oigo nada. Me incorporo y bajo por las escaleras con cuidado, no sé lo que me puedo encontrar, estoy cometiendo una imprudencia pero necesito saber que ella está a salvo.

Me encuentro a Alicia en el suelo junto a dos cuerpos calcinados en grotesca composición.

-Alicia, Alicia – le grito tocándole la cara, a continuación apoyo mi oreja en su pecho y oigo su respiración levemente, está inconsciente pero viva.

Pasado el susto, toma conciencia mi bella de ojos claros y pelo aun más alborotado, está muy nerviosa y sin fuerzas para incorporarse.

-Jaime, no te preocupes es debido al esfuerzo psíquico que he tenido que hacer para salvar nuestras vidas – me dice en cuanto recupera de nuevo el aliento.

Veo a mi alrededor, y huelo el hedor reciente de la muerte chamuscada, la piroquinesis también entra dentro del catálogo de habilidades psíquicas que maneja mi heroína.

Subimos de nuevo a nuestra habitación y recogemos todas nuestras pertenencias.

-Jaime acércate- me dice Alicia mirando muy fijamente a mi oreja izquierda. Me la acaricia suavemente y me la quita ante mi asombro. Pensé que no se había dado cuenta de mi especial aparato auditivo, un poco avergonzado no supe que decir, ella me sonrió y me dijo que confiase en ella.

Salimos en dirección a una gran avenida y Alicia paró a un taxi. Veo que se acerca y habla con el taxista, durante unos minutos solo se miran sin decir nada, le entrega mi oreja y el taxi emprende la marcha.

Desconcertado miro a mi bella morena de ojos azules buscando respuestas a lo que acabo de presenciar.

-Luego te explico, ahora vámonos de aquí – me dice mientras me agarra de la mano y nos encaminamos por la avenida en dirección a la estación de trenes, seguimos las indicaciones de los carteles informativos,  no debe andar muy lejos.

Nos topamos con un gran edificio de ladrillo ennegrecido por el paso de los años, veo un gran reloj en lo alto de una torre y varias torres más, redondas, flanqueando la fachada, es la Estación Central.

Conseguimos unos billetes que nos trasladarán hasta el Sur de Francia, por fin me doy cuenta que estaba en una bonita ciudad de Bélgica y poco más sé, ni falta que me hace.

Nos acomodamos en los asientos del tren. Al poco tiempo me encuentro algo más tranquilo. Alicia no deja de mirar por la ventana, está muy inquieta.

Yo me toco el lugar en donde solía estar anclada mi oreja de materia inorgánica y fría, me siento raro sin ella, me tapo un poco con mi cabello.

-Las grandes compañías, como la que te hizo esta prótesis, están controladas por estas organizaciones que nos persiguen. Tienen tanto poder que pueden meterse en cualquier base de datos y saber todo. En tu caso seguro que han averiguado todo tu historial. Y ya iba incorporado algún sistema de seguimiento para conocer tu ubicación en todo momento. Por eso sé que es la manera en que nos encontraban tan fácilmente Jaime, y ahora va camino de Holanda en un taxi. Eso los mantendrá entretenido durante un buen tiempo – acabó de decirme esto y me mostró una gran sonrisa que agradecí.

-Jaime siento mucho haberte metido en todo esto, me has ayudado mucho y te estaré eternamente agradecida – a continuación me dio un gran beso en los labios que me dejó mudo.

Me quedé dormido durante un buen periodo de tiempo, no sabría precisar. Al despertar lo primero que veo es de nuevo la sonrisa de Alicia.

-Buena siesta dormilón – me dice a la vez que me agarra de las manos. – He podido contactar con mis amigos, gente de mi misma naturaleza, como te comenté. Se esconden en un pequeño pueblo del sur de Francia, es allí hacia donde nos dirigimos. Los necesito para poder realizar nuestro proceso, para invertir nuestra situación. Es la única manera de poder salvar tu vida y que de nuevo recuperes la normalidad, como antes de conocerme.

-Yo estando a tu lado me siento seguro, no te preocupes por mí – le digo muy serio y convencido de mis palabras.

En ese momento ella me mira con lágrimas en sus azules ojos y me da un fuerte abrazo sentándose a mi lado.

No me siento reconfortado, todo lo contrario, una extraña sensación invade todo mi cuerpo.

Permanezco junto a ella el resto del viaje sosteniendo sus manos, apoyo mi cabeza y escucho su respiración y sus latidos con mi oreja sana. Nunca antes había sentido nada igual por ningún ser humano, aunque ella es más que un ser humano, para mí una diosa, para otros una amenaza, un arma tan poderosa como una bomba nuclear.

 


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