
PABLO JERGAJOS RAMIREZ (TELÉPATA)
Biografias / 22 abril, 2020 / Mario GrageraPablo Jergajos nació en la población castellonense de Primor del Cuesco antes de cumplir años. Los comenzó a cumplir después de nacer, como así pudo constatar la matrona Antonia de Perogrullo, muy amiga de la familia, que ayudo a parir a la madre de Pablo y lo sacó por la cabeza, después de darle varias vueltas por el útero mientras escuchaba a Roberto Carlos.
La parturienta contó, años después estando borracha en casa de su cuñada, que al nacer Pablo, oyó claramente en su cabeza una voz de bebe que le dijo: “tu cara me suena”.
Los primeros pasos que dieron a conocer los poderes paranormales del pequeño Pablito datan de los primeros años de colegio, concretamente cuando contaba con la edad de 11 años. Un informe del director del colegio Carasalto del Mujarrón, lugar donde el jovenzuelo Pablo Jergajos aprendía junto con sus compañeros recelosos, desde lengua hasta matemáticas, pasando por ejercicios de papiroflexia, disciplina muy tenida en cuenta en el centro educativo; suponía una ponderación importante en la valoración evaluativa del curso. El director dejó por escrito lo ocurrido una tarde junio del año 1978.
Ha hecho llegar hasta nosotros este documento donde se describe con gran detalle como el joven Pablo, mientras hacía una cucaracha de papel, hizo sonar desde el interior oscuro de su ano una sonora ventosidad que atravesó los tímpanos de los allí presentes, dejando sordos durante varios días a todos sus compañeros y a el profesor de ciencias papeleras. Lo sorprendente fue lo que muchos recordarían de aquel señalado día, y así se hace constar en el manuscrito del director. Oyeron en sus cabezas: “joderos cabrones, he comido habichuelas con chorizo picante”.
Años después, a la edad de 14 años, Pablo visitó junto a sus compañeros la Iglesia de Nuestra Señora de La Carpintera Negra, en un viaje organizado por la asociación de padres con seis dedos. Estando en la iglesia varios de los allí presentes contaron que Pablo se escondió en uno de los confesionarios y desde allí hizo creer a todo los temerosos de Dios, asistentes en aquella iglesia, en centro de la plaza en la pequeña población de Cemcibre del Musareo, que el Cristo que presidía el retablo labrado y pintado de oro hablaba, y les dijo a todos, o eso creyeron oír, la frase: “malditos pecadores arderéis por el culo y os saldrán mocos como morcillas de las narices”. Luego se pudo saber que los poderes telépatas de Pablo fueron los que apuntalaron aquella frase en las mentes de todos los que allí visitaban y admiraban las bondades decorativas de la bella iglesia.
El joven Pablo finalmente confesó ante el cura Don Alfredo Raposo Candiles ser el responsable de cometer aquella tropelía psíquica. Hecho este que el cura incluiría en sus homilías años posteriores.
No tenemos más datos de aquellos años, ni de otros tiempos, hasta la edad de 27 años cuando se trasladó a Madrid, y compartió un piso en el barrio de Moratalaz con dos estudiantes suecos, a los que tenía amedrentados. Hecho que conocemos por las cartas que les enviaban a sus padres.
Convenció a sus compañeros para que una de las habitaciones fuese convertida en un despacho para ejercer como telépata por correspondencia.
Se encontraron varias cartas de la época, en las que se mostraba el funcionamiento de sus servicios. En una de ellas, uno de sus clientes pacientes le indicaba que acompañaba a su prerrogativa las mil pesetas que se había acordado previamente, e iban dentro del sobre junto con la carta. En este caso este paciente correspondiente le solicitaba a Pablo que le dijese si iba a encontrar el amor de su vida, a lo que Pablo le contestó, según se pudo averiguar, que él no era adivino sino telépata. Le contestó en otra carta que lo único que podía contarle en esos momentos a Matías Resalido (así se llamaba el dueño de la carta y las mil pesetas que perdió) que “estaba pensando en comerse un bocadillo de chorizo picante enviado por su madre la del pueblo y no la otra”. Ahí acabaron los servicios con ese paciente
Años posteriores Pablo decide ofrecer sus servicios de telepatía a la Policía. Entiende que puede ser muy útil para resolver casos que estén sin aclarar. Consigue gracias a su persistencia hablar con el sargento Antonio Belmuces Cerrojo. El sargento Belmuces lo echa amablemente de su despacho y le pide que no vuelva nunca más.
La insistencia de Pablo acabó por vía judicial, ya que el conocido juez Pedro Mingachorra Fernández acabó poniéndole orden de alejamiento, para no seguir acosando a la policía Manoli “la brabucona pezones como pistolas” como se le apodaba en comisaria, dato este irrelevante para el caso que nos ocupa, pero curioso y por eso se os transmite.
Meses más tarde decidió ofrecer sus servicios a la comunidad sordo muda. Se anunció en un periódico local con un foto-montaje en el que aparecía un pato hembra sentado encima de un televisor con sombrero de paja y una caña de pescar entre las patas de la pata. Así pensó que podía pescar nuevos clientes como tele-pata.
Solo recibió una llamada telefónica, pero le fue totalmente imposible comunicarse con el nuevo y posible cliente, no pudo concertar cita con él por mucho que lo intentó usando el idioma de signos mostrándolo al auricular del teléfono.
Con treinta y pocos años surgió su fama. Él contó en varias entrevistas radiofónicas que – “mientras dormía pude oír con claridad meridiana de Greenwich una voz en mi mente que – según sus propias palabras – me habló desde el más allá, más allá del mundo conocido por el ser humanos o su propio hermano, y del país de más apartada orilla de los confines de la galaxia”.
Esa voz le reveló muchos misterios sin resolver. Comenzó a describir en estas entrevistas cómo y quién mato al presidente Kenedy. Dijo que lo mató un torero a sueldo llamado Manolete pagado con dinero de Castro y con el apoyo de la CIA y el Centro de Iniciativas Turísticas de Morcillo en Cáceres, lugar donde se esconden los poderosos masones.
Pablo contó a su interlocutor radiofónico que mantenía un hilo de comunicación con este ente extra-galáxico, que le revela estos misterios y otros no.
Pocos meses después, un anciano llamado Manolete Puñermón Jiménez apareció ahorcado en un cortijo de Jaén, y una nota que dejó en la mesa vieja que lo sujetó antes de caer en la muerte, en la que confesaba la muerte de John Fitzgerald Kennedy. Disparos desde detrás de varios arbustos, y otros lugares, él y toda su cuadrilla de bomberos toreros, apostados en esos lugares escogidos estratégicamente, muy bien estudiados. Luego escaparon disfrazados de monjes jacobinos.
Las revelaciones de Pablo el telépata causaron estupor en todo el mundo. Estuvo años dando conferencias y charlas en tascas mugrientas contando secretos nunca antes conocidos por la humanidad.
También es muy conocido por revelar el lugar exacto donde realmente murió Adolf Hitler en Argentina, junto a un muñeco de peluche y un orinal en un mausoleo del cementerio de San Carlos de Bariloche.
Anunció en una revista local que hablaba con un mayordomo vía mental, este trabajador doméstico al parecer trabajaba para el narcotráfico, Pablo se vino arriba y dijo que daría a conocer el lugar exacto donde se escondían importantes capos del tráfico de cocaína y cestos de mimbre portugués.
Pablo, peinando canas por el camino de los cuarenta y ocho años, fue invitado una tarde de primavera para ser entrevistado en el famoso programa televisivo Noches con Tío Juan José Maximiliano, que ofrecía todos los miércoles la cadena Televisagra en ciudad de México. Fue abatido a tiros justo en la entrada del edificio de la televisiva. Un guardia de seguridad contó horas más tarde a los periodistas que pudo oír en su mente la voz de Pablo, la frase: “hijo de la gran chingada sabía que ibas por mí. Matas mi cuerpo, pero mi mente se incrustará en tu asentadera nalgona y así te reviente”.
Pablo murió seis horas y seis minutos más tarde en el Hospital Virgen de la Gualdosa.
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