
CARLOS SÁNCHEZ RASTROJO (DESCUBRIDOR Y AVENTURERO)
Biografias / 18 octubre, 2019 / Mario GrageraNació en la pequeña población de Castillo de Jedionda al Norte de Cimborrio del Monte y a pocos kilómetros de Carcastañas de Grifo Viejo.
Ya de pequeño, sus profesores advirtieron en él sus grandes dotes para la inventiva, imaginación y otras habilidades. A la edad de seis años ganó el primer premio de inventos escolares. Construyó una batidora de mano con palillos de dientes y una peonza.
A la edad temprana de dieciséis años decidió ayudar a su madre, siempre muy atareada, en las labores culinarias. Le enseñó varias ricas recetas de cocina, entre otras de gran éxito: el gazpacho con chorizo y magdalenas y el ya muy conocido plato de sardinas rellenas de galletas. Estos platos se hicieron muy populares, hoy en día forman parte de la típica gastronomía de Castillo de Jedionda y sus alrededores.
A la edad de veintisiete años descubre que comer aire produce gases, en una de sus pedorretas tuvo una visión y decidió ir a África de misiones.
Vive múltiples aventuras en África. En el Congo ayudó a dar a conocer los preservativos a los lugareños, que los usaban para colgárselos de las orejas, después de múltiples horas de enseñanzas que Carlos les prestó, todavía espera que se las devuelvan (las horas no los preservativos). Los niños congoleños hicieron uso de los condones para llenarlos de agua y transportar pececillos de río. Decidió probar suerte con las congoleñas a las que les dio muchas horas de clases teóricas para colocarse el DIU. Las congoleñas los usaron de amuletos para la fertilidad, y se los colgaban del cuello con una cuerda.
Harto ya de perder el tiempo, decidió marchar a Guinea del Sur y allí practicó el submarinismo, fue entonces cuando descubrió los Corales del Monrroño, gran reserva ecológica, muy apreciada entre los naturalistas de todo el mundo. El gran Jack Costeu escribió: “Gracias a Carlos S. Rastrojo, hoy podemos disfrutar de una de las más bellas y ricas zonas, con la variedad más extraordinaria de fauna y flora marina. El hijo de Jack Costeu escribió: “Tampoco es para tanto pápa”.
Después de varios años de inmersiones descubrió nuevas especies de animales marinos, a los que nuestro intrépido aventurero bautizó como la cochina pezcuezona, el pez saltamontes de aletas colgonas y el ballenato charcutero.
Volvió a España por navidades nuestro héroe descubridor y fue objeto de múltiples entrevistas e insultos como no podía ser de otra manera en esta nuestra España querida.
Carlos harto de envidias decidió volver a África, y montar una granja de pollos mutantes con la intención de conseguir jamones baratos para dar de comer a los lugareños hambrientos. No lo consiguió, pero creó de casualidad una nueva especie de pollo corredor, que alcanzaba la velocidad de 45 kilómetros por hora, lo llevó a las carreras de galgos y ganó una fortuna con las apuestas.
En estos tiempos fue cuando Carlos se aficionó a la ingesta de todo tipo de brebajes y cócteles, debido a que una prima suya le regaló por su cumpleaños un libro muy popular titulado las 55 sombras del gay Ino, en donde aparecen mil y una manera de joderse la vida.
En una de sus borracheras decidió competir montado a lomo de uno de sus pollos corredores en una carera ilegal controlada por las mafias croatas. Sonó un disparo y todos los bichos que competían en aquel evento deportivo salieron a toda velocidad. Carlos y su pollo veloz salieron los últimos, Carlos aun borracho del día anterior, pronto se puso a la cabeza del pelotón y corrió y corrió. Salió por la entrada (que a veces servía de salida) del velódromo abandonado y semi en ruinas en el que se disputaba la carrera y nadie más nunca supo más de él.
Se cree que llegó a Mauritania a lomos de su pollo loco y por allí vive ahora, pero son simples rumores de viejos vecinos aburridos.
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