Llegué a mi oficina calado hasta los huesos, llovía como si el cielo se hubiese roto desde primera hora.
Saqué los papeles que llevaba en los bolsillos de la chaqueta, y además de mi cartera, estaba todo bien mojado, lo deposité con algo de cuidado sobre mi mesa de trabajo.
Al abrir la cartera para ver si había más estropicio, pude ver de nuevo la fotografía, estaba perdiendo su original colorido.
De manera inevitable vino a mi memoria los recuerdos de aquel día.
Mi madre pidiéndome insistentemente que me lavase las manos para comer, acababa de llegar de clase.
– ¿Puedo ver a Amarillo? ¿le has dado de comer? – Preguntaba, mientras me lavaba las manos.
– Sabes que siempre lo tengo bien atendido no te preocupes, luego ya sabes… una siesta y te pones con los deberes.
– Sí, mamá – le decía mirando al plato de sopa caliente sin mucha alegría, pensando en los tediosos deberes para el día siguiente.
Apenas dormí media hora y me puse a hacer las aburridas tareas en silencio, deseaba acabar cuanto antes para dar aquellos polvos mágicos que me dio Raúl, el más mayor de la clase, repetidor, todos le tenían mucho respeto. Me dijo que mi canario si le daba aquellos polvos mezclados con agua del grifo cantaría mucho más alto, e incluso podría imitar sonidos humanos como hacían los loros. Mi amigo Luis me aseguró que era cierto, que a su canario se los dio varias veces y lo escuchaba cantar con más energía y durante mucho más tiempo, además le decía “hola” cuando menos se lo esperaba, sus palabras me terminaron de convencer.
Vertí aquellos polvos blancos con un poco de agua en su pequeño bebedero y esperé los resultados impaciente y nervioso. Me senté en la cama a esperar y me quedé de nuevo dormido durante un buen rato.
Al despertar mi pajarillo estaba en un rincón de la jaula, no se movía, yo lo empujé varias veces con mis dedos, y comencé a llorar; me di cuenta de que estaba muerto. Los muy desgraciados me habían dado polvos para matar a las ratas. Me lo contaron, entre risas, al día siguiente.
Mi madre se lo llevó con cuidado al oírme y ver la escena, para que dejase de sufrir viendo a mi amigo sin vida.
Días después para animarme me hizo unas fotografías junto a la ventana de mi habitación, un sol brillante penetraba por los pequeños agujeros de la persiana.
Cuando me dio las fotos tras revelarlas en una de ellas Amarillo aparecía posado en mi cabeza, mi madre y yo nos miramos. Yo terminé llorando… aquello no tenía explicación alguna.
Canario Amarillo, Serinus Canaria, Adulto En Vuelo Contra El Fondo Negro, Cámara Lenta Metrajes - Vídeo de imagen, movimiento: 154357320
https://www.youtube.com/watch?v=UXt598EDy9w

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