«Filosofía y religión han tenido destinos inexorablemente
juntos, sobre todo en la Antigüedad.
El punto de partida, con tres alumnos muertos tras leer
a Sócrates en una de sus clases me pareció magistral.
Además, el hecho de que hicieran un guiño a película
y libros bastante conocidos, no hizo más que sumarle puntos.
Por último, también me gustó mucho que hiciera
un homenaje a Maquiavelo e hiciera que el lector se preguntara si el fin justifica los medios o no. Fue mi relato preferido.»
Laurelleeyescribe
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RELATO EL PENSAMIENTO DE DIOS

CAPÍTULO 1

 

En la robusta puerta de bien labrada de madera, con casi toda probabilidad, algún alumno, para hacerse el gracioso, había puesto una nota pinchada con una punta que decía: “octubre, clase de Filosofía de la Anemia Gorda, Facultad de Filosofía y Ciencias de la Ontología en Escabeche de Salamanca, a los adentros… no mucho”.

El profesor Don Leandro García Marquina comenzaba su clase de lunes por la mañana.

La sala es pequeña, no muy luminosa. Son pocos alumnos los matriculados en sus clases.

  • Queridos míos, antes de comenzar con nuestra labor docente en materia de hoy, por esta vez, he de ponerme serio con otros temas por interés de todos. Ante la serie de acontecimientos que acontecen y no dejan de acontecer.

 

  • Ante tanta falacia mentira y falsedad documental de políticos, empresarios, lameluzos, farsantes e hijos de las mil zopencas. Pido disculpas por lo de políticos, ya sé que es una palabra malsonante a estas horas y a otras también. No era la primera vez que Don Leandro hacía gala de su particular sentido del humor. No pudo evitar una sonrisa nerviosa.

 

  • Como les cuento, sirva esto, y les comento: No es verdad, ni es menos mentira, que ustedes perciben, en estos tiempos que corren, de tanto internet, sobreinformación por saturación. Un mundo cada vez más manejado por las élites que amasan cada vez más poder, fortunas a cambio de desventuras. Lo que a ustedes los dejan en una posición cada vez más difícil, en cuanto a libertades y oportunidades se refiere.

 

Alza la mano Manolo Rollo Cabrerizo. Alumno de familia humilde, venido del pueblo de Santa Mar de la Rubia.

  • Sí, dígame usted Don Manuel – le señalaba con su bolígrafo mientras esto le decía al joven alumno su profesor.

 

  • ¿Puede repetir? Es que no me he enterado de na señor profesor, para cogerle a usted bien los apuntes… ¿esto entra en el examen?

 

  • Más le valdría mozalbete de amplios y sonrojados carrillos que marchase usted al bar de la facultad, pidiese un café bien cargado, que le despierte sus jóvenes y adormiladas neuronas, acompáñelo de una bolla o perrunilla, y mientras lo hiciese, debería, si bien le pareciese, pensase en los valores e inquietudes del conejo del Bierzo. Así transcurra la hora de mi clase y me ahorraría el tiempo a su enseñanza, todo un desperdicio.

 

Manolo, durante unos instantes, permaneció con cara de: ¿Me lo dice a mí? Ojos muy abiertos y labios muy cerrados. Los compañeros a ambos lados de su asiento le aconsejaron, aguantándose la risotada, que se marchase de clase y así lo hizo el orondo Manuel con la cabeza gacha.

Leandro lo miró con extrañeza, no esperaba que abandonase su clase y tomase sus palabras al pie de la letra.

Algo desubicado el profesor continuó con su exposición – bien, prosigo con mi argumentación señoras y señores de mi alumnado. Como les iba diciendo, y, por alguna razón, me viene a la memoria aquella canción: Fiesta de los maniquíes, composición creada por el, para ustedes desconocido, grupo musical Golpes Bajos. La letra decía aquello de…Bien, es igual no lo recuerdo -. El experimentado profesor ya era bien conocido por estas excentricidades, a veces utilizaba extraños argumentos para captar las adormecidas consciencias de sus alumnos – a veces la memoria me juega malas pasadas, espero ustedes me perdonen – continuaba diciendo, inquieto. Consigue atraer la atención de todos.

 

– Pero lo que sí bien puedo recordar es lo que a continuación procederé a comentarles. Queridos alumnos, entremos en materia, hoy vamos a recordar la mayéutica de Sócrates. Es por esto que les digo: ustedes deben preguntarse constantemente, y nunca dar por hecho las ideas que los otros nos quieren vender. Las élites del poder, queridos alumnos. Por cada afirmación que nos intenten envainar, debemos replicarles con una pregunta. De este modo podremos comprobar la veracidad de sus afirmaciones, o simplemente llegaremos más o menos de manera sencilla a la conclusión de que la argumentación no se sostiene.

 

Transcurrida otra media hora de disertación por parte del concienzudo profesor, para unos alumnos aburrida para otros algo menos, dio por terminada su clase del día con un generoso regalo:

  • Abran el libro de bolsillo de Sócrates, que me he tomado la molestia de dejarles en sus pupitres, vayan a la página veintitrés. Lean en silencio y con la debida atención, durante estos diez minutos que quedan para dar por finalizada la clase de hoy.

 

Pasados diez minutos justos, el señor García Marquina avisó de que podían marchar a la siguiente clase, que estaba en el aula contigua, donde se reunirían con otro grupo para aprovechar dependencias.

Todos abandonaron el aula entre risas y jocosos comentarios, excepto tres alumnos, que extrañamente permanecían en apariencia dormidos, apoyados sobre la mesa.

El profesor dio la voz de alarma al comprobar que no se movían, estaban muertos.

 


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