Uno de los personajes, fuera de lo común, que habitan por Rumbo a relatos:

Abrió el día, otra mañana, esta vez de luz, temperatura suave y más cánticos de pájaros, no como las que le precedieron.
Hugo Reismen Ascárate, nombre que aparece en su expediente, debajo está escrito: «Descendiente de una noble estirpe de origen alemán, familia acomodada por los siglos de mercadeos con barcos que surcaron mares de los que bañan varios continentes».
Aparte de todo un exhaustivo examen clínico, muchos párrafos repletos de tecnicismos médicos o psicológicos, su expediente muestra también estos otros términos: «Su apariencia física es la de un varón de mediana edad, pero la realidad es que cuenta con más de un centenar de años, concretamente ciento diecisiete».
Se dispone a comenzar su nuevo día en la residencia Genaro de Posis, lugar donde le ofrecen todo tipo de cuidados y remedios para tratar sus jaquecas y frecuentes dolores estomacales.
Algo aturdido por el cambio de su medicación, ha dormido, eso sí, más de lo habitual. Observa con detenimiento su viejo reloj, siempre colocado encima de la mesilla de noche,de madera repintada de blanco, con la esfera mirando a su cama.

Los que lo vigilan día y noche – miembros de una organización secreta del Gobierno –  sospechan que una mujer, una de sus amantes, le proporcionó el don de la vida eterna. Deben encontrar tan poderosa fuente de juventud.