Con la compra del libro ‘El diario de Óscar’ te regalamos la descarga gratuita del divertido eBook de ‘Las más bellas cartas de amor’.
Sólo por tiempo limitado…

Párrafo de novela en construcción. Pelea entre un loco muy cuerdo y un policía muy loco
Uncategorized / 7 octubre, 2022 / Mario GrageraNovela en construcción: Urracas resignadas, Párrafo del capitulo nº 20
[…] Unos pasos que se encaminaron hacia mi puerta me devolvieron al mundo. No esperaba otra cosa que algún enfermero me invitase a bajar para dar explicaciones de lo que pude o no ver u oír.
Estaba del todo equivocado, apareció el desagradable rostro del dueño de la chaqueta de cuero, el último ser al que me apetecía ver en esos momentos.
– ¡Me cago en mi puta vida! – Exclamé sobresaltado al entrar sin llamar, de manera brusca, el gilipollas de la cabeza rapada en mi habitación con su barco navegando por aguas tranquilas.
– Hombre aquí estabas escondido, je, je, je – me dijo sonriendo, – no te asustes si solo vengo a hacerte una preguntas, será rápido, bueno eso si colaboras porque me huelo que sabes más de lo que cuentas a mí ya no me la das. He visto tu expediente y preguntado por aquí lo suficiente. Sé que eres un pájaro a tener en cuenta – me acosaron aquellas palabras. Mis remordimientos mostrados por la expresión que pudiese tener podían dar la razón a sus sospechas sin pruebas. Mi razón intentaba calmarme, me decía que nada podría demostrar, pero por otra parte este capullo algo debía saber o sospechar. “Quizás alguien me vio actuando por donde no debía y se lo han largado a este cabrón”- pensé en ese momento, lo cual poco me tranquilizó. Mi cara debía en esos momentos reflejar miedo, ansiedad y frustración por no poder salir volando de allí.
– Cuéntame con todo detalle dónde estabas la noche que la joven desapareció, ¿qué oíste, que viste? Y no se te ocurra mentirme porque huelo a los mentirosos. Ya son muchos años detrás de embusteros delincuentes de mierda – me echó su aliento sobre mi cara al acercarse.
La desagradable situación incomodó mi sistema digestivo lo que ocasionó que un sonoro pedo rebotase por las paredes tras de mí.
– ¡Serás cerdo puto tarado, me cago en tu puta generación de trastornados!
– Son gases del oficio – dije nervioso, sin pensar, otra de mis estúpidas ocurrencias.
– Listillo que va de graciosillo – el policía malhumorado me golpeó con violencia en el estómago.
Me agaché y perdí el equilibrio. Me derrumbé, sin poder evitarlo, sobre el suelo, circunstancia que el malnacido de cabeza rapada aprovechó para darme un puntapié con una de sus sucias botas de cuero marrón en mis costillas; el dolor de mis cervicales atravesó mi cabeza y con rabia grité.
– ¡Me cago en tu puta calavera, chulo de mierda! Grité enroscado en el suelo. El agresivo y desquiciado policía perdió totalmente los estribos y continuó golpeándome con fuerza.
Manuel, el veterano enfermero y otros dos compañeros entraron apresuradamente al oír los gritos de dolor para separarnos. Aquello parecía una melé de rugby.
Pasados unos minutos, en medio de todo aquel baile rugbístico, de repente se escuchó un fuerte golpe y el policía cayó delante de nosotros. Pude ver desde el suelo con un solo ojo a Virginia, muy seria, de pie. La vi lanzar por la ventana una piedra.
Con la mano en la cabeza se incorporó Sánchez con rapidez y cara de querer asesinar a cualquiera que se le pusiese por delante. Se detuvo frente a ella, la miró muy enojado – esto no quedará así puta de mierda, ya nos veremos – apenas pude escucharlo porque casi se lo susurró al oído y salió de la habitación…
SUSCRÍBETE A MI BLOG