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Párrafo Pensamiento de Dios – relato nº 2
Uncategorized / 10 noviembre, 2022 / Mario Gragera[…]Algo desubicado, el profesor continuó con su exposición:
—Bien, prosigo con mi argumentación, señoras y señores de mi alumnado. Como les iba diciendo y por alguna razón, me viene a la memoria aquella canción: Fiesta de los maniquíes, composición creada por el, para ustedes desconocido, grupo musical Golpes Bajos. La letra decía aquello de… Bien, es igual, no lo recuerdo. —El experimentado profesor ya era bien conocido por estas excentricidades, a veces utilizaba extraños argumentos para captar las adormecidas consciencias de sus alumnos—. A veces la memoria me juega malas pasadas, espero que ustedes me perdonen —continuaba diciendo, inquieto.
Consigue atraer la atención de todos.
—Pero lo que sí bien puedo recordar es lo que a continuación procederé a comentarles. Queridos alumnos, entremos en materia, hoy vamos a recordar la mayéutica de Sócrates. Es por esto que les digo: ustedes deben preguntarse constantemente y nunca dar por hechas las ideas que los otros nos quieren vender. Las élites del poder, queridos alumnos. Por cada afirmación que nos intenten envainar, debemos replicarles con una pregunta. De este modo podremos comprobar la veracidad de sus afirmaciones o simplemente llegaremos más o menos de manera sencilla a la conclusión de que la argumentación no se sostiene.
Transcurrida otra media hora de disertación por parte del concienzudo profesor, para unos alumnos aburrida, para otros algo menos, dio por terminada su clase del día con un generoso regalo:
—Abran el libro de bolsillo de Sócrates que me he tomado la molestia de dejarles en sus pupitres, vayan a la página veintitrés. Lean en silencio y con la debida atención durante estos diez minutos que quedan para dar por finalizada la clase de hoy.
Pasados diez minutos justos, el señor García Marquina avisó de que podían marchar a la siguiente clase, que estaba en el aula contigua, donde se reunirían con otro grupo para aprovechar dependencias.
Todos abandonaron el aula entre risas y jocosos comentarios, excepto tres alumnos, que extrañamente permanecían en apariencia dormidos, apoyados sobre la mesa.
El profesor dio la voz de alarma al comprobar que no se movían, estaban muertos…
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