Cuando la tristeza te atrapa sin remedio,
se escapan letras de dolor, impotencia, frustración.
Haces lo que puedes pero no es consuelo.
Cuando ves una vida que se apaga.
No nos enseñan a ponernos este traje.
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Solo ella siente su cansancio de vida.
Intento saber si anda por este mundo
o por el contrario permanece pérdida.
Debo evitar a mi ser de carácter iracundo.
No habla ni oye, solo duerme su mente.
La acompaño como un ser ausente,
aunque quiera no puedo escucharla.
No siente mis caricias, ni mi sorda charla.
No soy más compañía que mueble doliente.
La huella de su pasado la traigo a mi consuelo,
así no olvidar sus bondades si miro al cielo.
Vista atrás, tan solo unos meses,
había brillo, vida, algo de alegría.
Hoy silencios de un si tú supieses.
Madre, no te vayas todavía…
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Para mi pesar Él tenía mejores planes para ella.
Ya te marchaste, ya descansaste.
Allá donde llegues salúdalo de mi parte.
Tu cabeza partió antes para buscar buen acomodo.
Un después sirvió, tras la despedida, tu corazón permitió viaje.
La luz te guíó hasta él.
Ya sí nos escuchas y nos dices: «todo está bien»…

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