
Otro gran personaje de la historia
Biografias / 10 noviembre, 2023 / Mario GrageraSERAPIO GARBAJUELO MONTALVEZ (TRUHAN)
Nacido en la Habana (Cuba) en octubre de 1957. A la edad de 5 años montó su primer grupo de rufianes haraganes, y es en esta época cuando logra su primer éxito en el mundo del hampa, se llevó el 1º premio a la felonía más depravada, que otorgaba por aquellos años el comité de malhechores pendejos; grupo constituido por Don Tito Valdés y como segundo de abordo Don Rómulo Jeremías, hombre de gran poder con permiso de Fidel, al que temían en todas sus casas de prostitución y costureras desde la Habana hasta Santiago.
Serapió fue acuchillado varias veces en la barbería de Julián Mendizabal a la edad de 14 años, dejándole secuelas en su muñeca izquierda que lograba disimular con unos gemelos suizos, que le regalaron el día que su padre los abandonó en el cajón de la mesilla.
Meses más tarde no tuvo más remedio que poner a trabajar a su madre en uno de los prostíbulos de Don Rómulo, aquel que Serapio regentaba. En este bonito lupanar conoció a Maria Engracia Saucedo de la que se enamoró varias veces antes de asesinarla y tirarla por el Malecón. Esta bella mujer marcó en gran medida su vida y su cara gracias a sus uñas afiladas. Después de la muerte de su amada Serapio cayó en una profunda depresión, que le llevó a tomarse algunas licencias en la vida, nuevas hasta entonces, tomó prestado todo aquello que necesitaba y robaba todo aquello que no necesitaba, convirtiéndose así en uno de los hombre más ricos y poderosos de la Habana. Por aquella época se trasladó a vivir al barrio del Vedado, en una lujosa casa colonial con sirvienta y chofer, vigilada siempre por catorce de sus matones a sueldo, y comida de la basura.
El día que su madre murió debido a una fuerte hemorragia a consecuencia de una bestial práctica de sexo griego del revés. Al no conocer al causante, juró venganza y se encargó personalmente de forzar, sin consentimiento, los anos a todos sus clientes habituales, incluyendo al Consejero de Economía del país, hecho este, que no sentó muy bien dentro de la clase política remilgada. Toda una seria de desagradables acontecimientos ocurrieron, tales como innumerables visitas por parte de inspectores de hacienda que provocaron la ruina de Serapio y su posterior expulsión del país.
Serapio abandonó definitivamente Cuba escondido en un baúl dentro de la bodega un buque mercante con bandera polinesia. Viajó escondido en aquel baúl no por temor a ser descubierto, sino porque no soportaba el frescor de la brisa marina que le producía salpullidos en sus orejas, según contaría más tarde en una de sus entrevistas en el semanario “Lectorcitas”.
Así llegó a España, en la primavera de 1984, decidió establecerse en Madrid por una temporada trabajando como camarero en un conocido bar de moda en el concurrido barrio de Malasaña. Se aventuró a invitar a paisanos músicos suyos para que fusionaran ritmos caribeños con flamenco, pero al primer concierto tuvieron que salir de allí fracasados. “Aquella música nunca triunfaría” – según palabras de la encargada el bar una tal Olvido Gara que se reía constantemente de Serapio y sus músicos.
Fue entonces cuando Serapio conoció una noche de borrachera, tarea que llevaba a cabo de manera ordenada y sistemática tras aquellos fracasos, a Margarita Albéniz hija de un poderoso mangante magnate de la radio y la televisión. No tardó Serapio, con mucho más mundo que aquella dama, en conquistar su adinerado corazón, pasando en pocos años a convertirse en un gran vividor de la noche, que siempre le confundía, conduciéndole esto a traer problemas a casa, problemas con nombre de mujer casi siempre, lo que aceleró el proceso de divorcio siete años después.
Serapio, que había conseguido gracias al divorcio algún dinero, puso todo su empeño en comenzar una nueva actividad empresarial: un taller de costura ilegal para trabajadoras maltratas. El negocio le duraría unos años, el suficiente para haberse divorciado de siete de sus empleadas y llevarle a la ruina económica.
Tras vender a una revista del corazón toda su vida privada, principalmente su matrimonio con la rica Margarita, muy popular en la sociedad española, consiguió algo de dinero, el suficiente para montar una whiskería de carretera en un pueblo de Ávila, pero que al poco tiempo las mafias acabaron quemándosela.
Serapio, totalmente abatido y a punto de quitarse la vida recibe la llamada de una importante cadena privada de televisión que le ofrece participar en un concurso en el que debía pasar una temporada en una casa con mas personas, famosillos de medio pelo, observados las veinticuatro horas por cámaras de televisión. Tras pasar dos semanas en aquel concurso fue expulsado por la votación popular, no sin antes agredir a una de sus compañeras de concurso con una lámpara de bronce en toda la cabeza, este hecho no le trajo la antipatía general del público sino todo lo contrario. Lo que la opinión pública, no pudo perdonarle, después de matar a su compañera por accidente como dictaminó el juez, es que intentase hacer carrera musical cantando a todas horas canciones como “Torito Bravo” en versión country. Esto acabó definitivamente con la paciencia de la audiencia que lo mandó fuera de aquella casa, arrastrándose así por todos los platós de televisión que le pagase lo suficiente para sufragar su adicción a la cocaína y al ron barato, contando todas sus intimidades junto a las de todas sus ex mujeres.
Unos pocos años después, olvidado, Serapio encontró la muerte una noche vieja. Había ingerido mucho alcohol y cocaína, trató de entrar en su casa por el balcón de una vecina a la que previamente había amenazado con un tenedor retorcido, cayó desde el segundo piso en un traspiés. Murió en la sala de operaciones del hospital Virgen de la Vega debido a un error médico con la anestesia.
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